Hacia el este, la cordillera de los Andes
es una presencia inolvidable, vestida
de blanco en invierno y primavera. Su
posterior deshielo alimentará los
ríos que irrigan el corazón
de Chile.
Más allá
de la primera hilera de cumbres, visibles
desde cualquier parte del valle central
y desde muchos lugares a lo largo de la
costa, hay una jungla de cañones
esculpidos por los glaciares, bosques
con microclimas, lagos alpinos y ríos
torrentosos. Los caminos laterales llevan
a la cordillera, con acceso a numerosos
parques e infinitas oportunidades para
esquiar, caminar, hacer montañismo,
andar en mountain bike, montar a caballo
y hacer rafting.
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