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Zona Norte

El norte de Chile ofrece un paisaje de contraste extremo, donde los ambientes del altiplano y el desierto de Atacama se reúnen con resultados sorprendentes y extremadamente hermosos.
Se dice que el desierto de Atacama es "el más seco del mundo". De hecho, en algunas partes jamás se ha registrado lluvia.

Pero, ¿qué origina esta sequedad?
Por su parte, el altiplano recibe precipitaciones tropicales esporádicas en enero y febrero. Aquí no es la aridez sino la altura la que limite y determine la vida: sólo la flora y fauna más fuertes y especializadas pueden sobrevivir a los caprichos de una vida sobre 3.500 metros.

Así, vasto y colorido, salpicado por lagos, pantanos, salares y géiseres; coronado por volcanes de 6.000 metros de, el altiplano es el eslabón que une a Chile con las culturas grandes de los Andes centrales. En la actualidad, el altiplano chileno es hogar de una sociedad tradicional de indios aymaras, que deambulan entre volcanes y bofedales pantanosos con sus llamas y alpacas domesticadas.

Periódicamente se congregan para honrar a sus santos en fantasmagóricos "pueblos ceremoniales", blanqueados por la cal. Grandes áreas de este singular paisaje están protegidas por un sistema de espectaculares parques nacionales, entre los cuales se encuentra Parque Nacional Lauca, declarado Reserva Mundial de la Biosfera, de UNESCO.

Una parte de la lluvia que cae en el altiplano se filtra a través de las laderas de la sierra. Cuando emerge, el agua transforma su entorno, creando un sendero de vegetación silvestre y cultivos; hábitat salvajes y asentamientos humanos; salares y, finalmente, montañas de sal.

Estos caminos de agua y vida han sido descubiertos y utilizados por los humanos desde hace mucho tiempo. San Pedro de Atacama y otros oasis en los ríos Loa y Salado servían de estaciones intermedias en las rutas de comercio preincaicas que unían el Amazonas, el altiplano y la costa. Las caravanas cruzaban el desierto por senderos que ahora sólo aparecen marcados por geoglifos, los restos arqueológicos más impresionantes del norte de Chile.

De norte a sur, las principales ciudades turísticas del norte chileno son Arica, Iquique, Calama, San Pedro de Atacama y Antofagasta. De éstas, salvo Calama y San Pedro de Atacama, todas son ciudades costeras, con excelentes playas en las que no existe peligro de nubes y menos de lluvia.

El alojamiento, transporte y otros servicios turísticos están a la par con los de la capital. Cada ciudad proporciona acceso a una parte del desierto, las laderas de la sierra o el altiplano. Caminatas, etno-tours, travesías en 4x4, montañismo y arqueología son algunas de las actividades más comunes del norte chileno.


Cerca del límite septentrional de la región, las ciudades de Copiapó y La Serena proporcionan acceso a los delgados valles transversales que van de este a oeste. Son conocidos por ser productores del amado pisco chileno (brandy de uvas) y por tener los cielos más claros del Hemisferio sur, donde se reúnen astrónomos profesionales y aficionados de todo el globo.